viernes, 19 de febrero de 2010

IMPORTANTE: ADELANTO INFORMATIVO

Según han podido conocer los administradores de este blog, mañana sábado, a lo largo de la mañana, la candidatura de Antonio J. Castaño López publicará en su web oficial el último anuncio de la campaña. Podemos adelantar que la noticia es de gran alcance y no dejará indiferente a nadie.
Por tanto, no dejen de visitar el sábado 20 de febrero la web:

domingo, 14 de febrero de 2010

Tiene puntales...










En esa ribera del Viar que lleva un nombre para el escalofrío –olivar mítico de Los Pajares, Lapola bíblica, dijo el pregonero–, mirando hacia los cárdenos cerros de la sierra y presumiendo de la Vega fértil que fecundan los ríos de Cantillana, se alza blanco y geométrico –cal, teja, azulejo, bronce, forja– el Santuario de la Divina Pastora: la Ermita, que al acercarse cada año el 30 de septiembre despliega la lengua de su repique para recibir a la galera de plata de la Virgen que agota allí su primera singladura entre un oleaje de peregrinos.
Hace 50 años que los pastoreños volvieron la utopía en realidad, al levantar a mayor gloria de la Pastora los muros de la ermita que lleva su nombre. Conmueve pensar en los esfuerzos que habría de hacer la hermandad y el pueblo pastoreño en aquel tiempo de penurias y estrecheces para construir nada más y nada menos que un templo, que fue ideado por un arquitecto de prestigio como Gómez Millán y en cuya construcción no faltaron nunca las fuerzas, tanto materiales como inmateriales. Toda una hazaña.
Pero, aunque los amores permanezcan, el tiempo pasa y con él, las necesidades propias de cada época. Por fortuna esta romería actual no es la misma que la de los orígenes ni las últimas décadas del siglo XX. La romería de la Divina Pastora es hoy por hoy uno de los festejos religiosos más multitudinarios de Andalucía y está a la altura de otras celebraciones marianas centenarias de signo similar.
Esta realidad nos conduce directamente a hacer una reflexión acerca de un asunto que lleva varios años en el ánimo de los pastoreños: la reforma de la ermita. Parece indudable que la ermita requiere una ampliación y adaptación a las nuevas realidades, así como un sitio más que digno para que la imagen de la Divina Pastora no tenga que presidir cada cinco años su romería y besamanos desde un altar portátil.
Sin embargo, nadie hasta ahora había manifestado tan claramente su intención de llevarla a cabo como la candidatura de Antonio J. Castaño López. Hasta el punto de que otros colectivos ajenos a dicha candidatura han adoptado el proyecto empujados por una inercia oportunista, aunque sin mostrar ante él la rotundidad y el entusiasmo que exige.
Está claro que nuestra hermandad necesita con urgencia un estímulo que sea capaz de movilizar y unir a su gente. Contamos con una invariante que ya quisieran para sí muchas hermandades: la devoción incondicional que suscita la Pastora, pero esa devoción necesita resortes que la hagan materializarse en logros perdurables. La obra de la ermita puede aportarlos, si se planifica con sensatez, se proyecta por personas entendidas y se cuenta con un equipo humano que consiga ilusionar a los miles de pastoreños que están ávidos de ver a su hermandad crecer y multiplicarse. Castaño López puede ofrecerlo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Las Candelas: poética del fuego, lírica de la luz











"Va el Cordero entre la nieve, la Virgen nevando al Niño, nevando a puro cariño, este blanco vellón leve..." (Del Himno del Oficio de la fiesta del 2 de febrero)

Cantillana se mira estos días en su historia más auténtica para volver a prender los fuegos de las Candelas, ancestrales compañeras de estos fríos postreros de un invierno que se resiste a abandonarnos. Suele ocurrir con los festejos milenarios que llegan a ocultar a los ojos no iniciados tras el velo de la costumbre repetida la verdadera esencia de la celebración, deturpada por el paso del tiempo o el espíritu imperante en las sociedades.
La fiesta de la Candelaria posee un imborrable fundamento religioso y mariano que merece la pena conocer y apreciar desde su fuente más prístina: el relato evangélico de la presentación de Cristo en el templo y la purificación de la Santísima Virgen, que es un texto hermosísimo desde el punto de vista literario y teológico (Lc 2, 22-35). En él María acude con el recién nacido a Jerusalén para cumplir con los ritos judíos del ofrecimiento a Dios del primogénito y los sacrificios; allí se estremece ante el enigmático oráculo pasionista de Simeón y se clava en el corazón de la Virgen la espada de su Primer Dolor. Junto al contenido puramente cristiano, las Candelas son unos festejos revestidos de metáfora, de símbolo, de culturas que se cruzan no por casualidad proclamando la fuerza purificadora e iluminadora que también los paganos supieron ver en el fuego y en la luz, respectivamente.
Por eso la hermandad de la Divina Pastora apuesta desde hace años por dotar a la fiesta de una columna vertebral que la legitime y ennoblezca. No faltan a la cita algunos de los elementos de siempre, esos que retrató nuestro amigo Antonio José Pérez Castellano en un artículo de gran fineza ensayística (1): la reunión familiar, el divertimento, los júas y, por supuesto, el fuego; todos ellos son la cara de una moneda que sólo se completa con los actos religiosos: la peregrinación hasta el santuario de Los Pajares, la liturgia propia de la festividad o la consagración de los niños a los maternales desvelos espirituales de la nuestra bendita Pastora.
El 6 de febrero la hermandad tiene una cita con la tradición secular de su pueblo, así como con su historia reciente. Es el momento de valorar lo conseguido y disfrutar de ello, ahora que los fríos de febrero quieren avivar las llamas alegóricas de la lumbre en una hermosa paradoja tan antigua como inmediata, tan sublime como popular: poética del fuego, lírica de la luz.






































A continuación, el cartel anunciador editado por la hermandad con motivo de la Fiesta de las Candelas:

















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(1) Vid. A. J. Pérez Castellano, "Del invierno festivo: las Candelas en Cantillana", Revista de folklore, 240 (2000), pp. 204-209