Intentar explicar a un advenedizo lo que cruza por la mente de un pastoreño de Cantillana al oír o pronunciar las dos palabras que dan nombre a este blog es un tarea quizás imposible. Como imposible es comprender que tres siglos de historia y fervor, trecientos años de tradición intacta y estremecimiento popular quepan en el molde físico de un lugar determinado. En caso de que ambas cosas se consigan, el afortunado pensador no dudará de que la expresión Martín Rey, por pastoreña, por evocadora, por significativa, es una buena forma de definir este espacio dedicado a la Pastora de Cantillana.
A tí, que a lo mejor te estás preguntando qué es eso de Martín Rey, te diremos que es el rótulo de una calle. Sí, de una calle. De la calle que vertebra el urbanismo emocional del pastoreño cantillanero, porque en ella Cantillana ha querido establecer el rito aparentemente intrascendente (pero realmente inefable) de despojar a la Virgen de su bucólico sombrero. Nada más se puede decir, porque bastante se ha dicho ya acerca de ese instante fugaz y anhelado. Si quieres saber más, busca la delantera del paso de la Pastora el próximo 8 de septiembre, une tus brazos, tu pecho, tu cabeza, a la enardecida multitud cantillanera, remonta la esquina de Castelar escrutando la oscuridad insondable y...abre tus entrañas. Posiblemente entonces comprendas por qué este blog se llama Martín Rey.
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