viernes, 31 de julio de 2009

Los días señalados



Avanza implacable el verano, aletargado, sin sobresaltos, y Cantillana tensa sus cuerdas aguardando la llegada de septiembre, el mes de los días señalados. Es una espera que comienza cuando el simpecado de la Virgen cruza el dintel de la parroquia el domingo de la Romería y finaliza cuando el lienzo del risco asciende hasta la bóveda de la capilla mayor. Pero, al llegar estas fechas, la impaciencia se acelera. Todo tiembla en el zaguán de la expectación: los corchos del risco, las colgaduras de la torre, las banderas y los arcos, la plata de los faroles, las mantillas y las peinas, los nardos sin cortar del paso, los vivas de Martín Rey, las uvas del sombrero, las riberas del Viar... Cantillana toda, que en estas semanas es gozo intacto y anhelo permanente. Septiembre es un mar inmenso donde los cantillaneros echan las redes de la memoria para verse reflejados en el espejo de las aguas. Reconocerse en la tradición inmemorial, mirar el rostro propio en los hechos que se repiten, encontrar en la Pastora el eje de la rueda del tiempo. El tiempo que se cumple al llegar los días que el calendario siglo tras siglo reserva para Ella. Ya no hay vuelta atrás, porque se aproximan nuestros días, Sus días. Los días señalados.




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